sábado, 8 de octubre de 2016

Helena G. de White



La mayor necesidad del mundo es la de:

Hombres que no se vendan ni se compren.
Hombres que sean honrados y sinceros en lo más íntimo de sus almas.
Hombres que no teman dar al pecado el nombre que les corresponde.
Hombres cuya conciencia sea tan leal al deber como la brújula al polo.
Hombres que se mantengan de parte de la justicia aunque se desplomen los cielos".


Elena G. de White



No quiero poner en mi boca
palabras que no son mías,
pero tan profundo toca
y conmueve el alma mía
que ya no vivo sin ellas
en cada cosa que emprendo
porque las creo inspiradas
de Divino Conocimiento.

Y cuando la vida me pone
en fieras encrucijadas
viene a mi mente apuradas
las palabras verdaderas
que una mujer hace tiempo
escribió en unos libros
y de pecar yo me libro
si sus consejos atiendo.

Y recuerdo que no estoy
de paseo en este mundo
y con esas frases alumbro
mi débil entendimiento.
Y sabe que yo no miento
todo aquel que las escucha.
solo el honesto entiende
que allí se halla la lucha.

Y estas palabras hablan
de una gran necesidad
que tiene este mundo impío
para su alma salvar:
de hombres que no se vendan
ni que se puedan comprar.

De hombres que sean sinceros
y honestos en su alma,
y le pongan al pecado
el nombre que se merece.

Llamar a lo bueno, malo

es una adicción que crece,
y lo malo llamar bueno.
esto es lo que hoy acontece.

Y el sentido del deber
sea leal y verdadero,
y se jueguen por entero
por defender su fundamento.
El cielo vale mucho más
que el deleite del momento.

Que a la justicia abracen
aunque se desplome el cielo,
la mirada del que es bueno
va mas allá que la mirada
de aquel al que no le importa nada
porque es sordo, mudo y ciego.

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