Si supiese reducirme hasta una brasa
que se fuera apagando y se extinguiera,
si pudiese convertirme yo en agua
y que el sol con su calor me consumiera.
Si pudiera dar mi vida por tu causa
aunque no sea apreciada ni lo quieras:
sería lo mejor que me pasara
porque al menos yo por ti la vida diera.
Pero errante va mi alma en el camino
que no sabe si transita o si flaquea,
ni que rumbos le depara el destino
porque se ha dado asi, de tal manera,
que me siento un mendigo suplicante,
un doliente, un bufón muerto de pena;
porque tanto te he rogado, tanto, tanto,
que no seas ni castigo ni condena.
Tantas veces te pedí que me amaras
que no juegues con mi amor que desespera,
pero tanto me has dañado y ofendido
que hasta esa vil herida me consuela.
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