sábado, 8 de octubre de 2016
Pese a todo por la nada
Horadamos las arenas del olvido con sigilo,
las dunas que se interponían se apartaron,
las voces del recato colectivo se acallaron,
y la insensatez prendió la llama del pabilo
Poco a poco se hizo grande llamarada.
retomamos lo que antes interrumpimos,
la cautela y la censura devastamos,
y el amor nos dio su última estocada.
Nos jugamos pese a todo por la nada,
no pudimos detener el tren en marcha,
removimos de la piel nuestras escarchas
al ardor de esta fogata postergada.
Pero al fin, esa deuda contraída,
aquella que nos enlaza al destino,
interrumpe este amado desatino
e impone dictadora a la partida.
¡Que miserable es la vida algunas veces!
que nos niega una segunda esperanza.
La alegría se parte en dos como una lanza
y el dolor cobra daños ya con creces.
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