Se que te he perdido,
lo se, amor mío,
veinte años juntos
de ir y de venir
marcaron la ruta
de un camino oscuro
que mostró de pronto
su infame matiz.
La copa se ha roto,
lloraron las ganas,
pocos los empeños
de querer seguir.
Te ganó el hastío,
lo veo en tu cara,
ni siquiera tengo
valor de vivir.
Me iré por mi lado
desandando sueños,
se que en una esquina,
o en un callejón
hallaré aquella
ilusión perdida
que renazca alegre
en mi corazón.
No me siento en deuda
ni me debe nada
la vida que tanto
querer me entregó.
Juntaré en mi alma
toda esa ternura
para poder darla
a un nuevo amor.
Pero si pudiera
rescatar el tiempo
que a los dos unía
con tanta pasión
volvería a tus brazos,
amor de mi vida,
porque veinte años
nunca es el adiós.
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