Otra vez te arrojas a la calle,
y un disfrute de placeres son tus piernas
que se suben hasta el borde de tu falda
y en altísimos tacones se te entierran.
Los carmines de tu boca van besando
los sueños que provocan tus caderas,
y el vaivén de tu cintura va blandiendo
una espada que a zanjazos... desespera.
Por tenerte mas de uno te ha pagado
y les diste de tu piel, solo la externa,
tu oficio de mentira y vejaciones
va dejándote la marca mas abyecta.
Pero ya… ¡y qué mas da! Las ilusiones
son aquellas que consigue tu entrepierna;
como una hábil veterana en sugestiones
seduce y mata, vestal de maldiciones,
que de noche se derraman cual cisterna
con tu andar de irresistible Eva moderna.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario