Un día cualquiera, cuando el sol se esconda,
me sentaré bajo la lumbre de la luna en mi jardín,
y acompañada por estrellas titilantes
y el fresco aroma del verdor de los veranos
evocaré lo feliz que he sido yo a tu lado.
Habrá, eso si, pasado mucho tiempo,
pero no será un tiempo que haya pasado en vano.
Será un tiempo que alivianen los dolores,
las ausencias, los rencores y el hartazgo.
Será un tiempo sabio que me enseñe a valorar
lo mejor de aquello que vivimos y que me has dado.
Y surgirán de dentro mio sentimientos depurados.
Entonces tendré paz... y estaremos a mano.
Tu memoria jamás caerá en el olvido
aunque a veces, el verbo retocado,
te exalte mas allá de lo debido.
Pero esas las son trampas que usa el tiempo y el pasado.
Te sacaré del arcón de lo prohibido
para colocarte en mi mesa, en un retrato,
y aceptaré que fuiste parte de mi vida...
sin enojos, ni añoranzas, ni reclamos.
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