domingo, 9 de octubre de 2016

Un recuerdo al marinero



En la tumba de un marino no hay rosas,
ni lirios entre las olas del océano.
tal vez rinda homenaje el raudo vuelo
de una tímida y eventual blanca gaviota.

Y lejos de este grande camposanto
que mira hacia el horizonte eterno,
confundiendo con el cielo al averno
y cubriendo a la vida con su manto.

Afligida con este mar de espanto,
con asias hay alguien que espera
una esposa, una madre, una abuela
que llena con sus rezos a algún santo.

Para ella es demora y es tormento
la distancia y el tiempo que separa,
no saber la providencia que depara
y solo aguardar su pronto adviento.

Quizás de su destino sea devota
la suerte que le toca al marinero
al instante de dejar amarradero
a realizar su misión alta o ignota,

entregar lo que tiene y aún la vida
sin saber que le espera en cada viaje,
en el puerto ha dejado su equipaje
sin voltear mirada atrás arrepentida.

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