Si aquello que es un don extraordinario
y me toca con el borde de su velo,
y a mi menesterosa retórica levanta,
me rindo extasiada ante Tus plantas
y mis ojos se elevan hasta el cielo.
Pequeña soy, Señor, soy tu desvelo,
y por mostrar Tú Amor afable cantas
a través de la natura incomparable
en que inmersa está Tu Excelsa Gloria.
Entenderla es para mi insondable,
y en gozarla se halla mi victoria.
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