sábado, 8 de octubre de 2016

Ateos



No puedo comprender a los ateos,
no puedo vislumbrar su reflexión,
que no cale hondo en su alma una canción,
o el perfume, o las plantas o el sol
y no indaguen con intriga quien ha sido
Aquél que ha creado de aquel modo
con tanta perfección respecto a todo
y también con respecto a si mismos.


No puedo entender cuando se enferman
que su voz a nadie ruega a nadie clama.
y a la hora irremediable de la muerte
se acongojen y resignen dócilmente
a que después de esa muerte ya no hay nada.
Ni que en su lapso absoluto de alegría
se estremezca agradecida y libre el alma,
que cuando descubren el amor de la pareja
no inquieran si en verdad hay mas sublime
que lo etéreo, lo terreno, lo tangible
y asombrados vayan pronto al encuentro
de Aquél que formó lo incorruptible.
No me explico que cuando al ver a un hijo
no examinen el milagro de la vida,
todo es igual, la pena o la alegría
por querer racionalizar el sentimiento.


Y tal vez, solo tal vez, en mi ignorancia,
como Lázaro resuciten a su llamado,
el Señor que es Señor de lo imposible
no dejará a ningún mortal de lado.

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