Vanidad
Pero que placer tan excesivo
es aquel que se erige incomparable
a cualquier otro placer que haya nacido.
Sin duda alguna el mío ha sido
el mayor de todos los placeres,
reverente me otorgo los laureles
que con igual justicia han merecido
Storni, Calderón o Gracilazo.
Pero no llega su genio ni a un atisbo
que pueda describir a mis placeres,
ya que nadie más que yo de amante tiene
a mi yo, a mi persona y a mi mismo.
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