Se adormece el día cuando el sol se oculta
y tu cara de niño me desarma.
Es la hora en que miras a mis ojos,
una práctica algo ociosa y algo cruel:
ver tu rostro de niño en cuerpo de hombre
en un lívido retrato de papel.
Mi sentir, que amaron a esos ojos,
tu mirar profundo puesto en mí
me miran fijamente a los ojos
como alguna vez, antes de partir.
Se repite el rito cuando se va el día
a la misma hora, cotidiano y cruel,
se adormece el día cuando el sol se esconde
adormécete, niño, con él.
Y todas las veces te digo lo mismo:
- El sol ya se esconde, la noche encalló.
Todo lo que tengo es solo el retrato
de tus ojos fijos sobre mi dolor.
Si tu eterna ausencia no tiene retorno:
Duérmete, mi niño, cierra ya los ojos,
duérmete mi niño, duérmete, mi amor.