Cuando
era joven no pensaba en ti.
Eras
tan lejana, tan desconocida,
tan
oscura y fría, repelida y ruin,
que con la inconsciencia de la inexperiencia
ni
un solo momento pensaba en ti.
Cuando
era joven no pensaba en ti.
Porque
no existías en mi diccionario
y el invocarte era temerario,
tan indefinido, azaroso y vil,
que
me molestaba y me rebelaba
cuando
en ocasiones sabía de ti.
Pero
el tiempo pasa con tal frenesí,
no
hay quien lo ataje ni quien lo detenga,
no
existe el soborno que a él le convenga
y
sigue su marcha tenaz y febril
que,
debo aceptarlo, he pensado en ti.
Aunque
no te entienda y aunque te desprecie.
aunque
no te acepte y que me resista,
cuando
tuve vida estuve en tu lista
injusta
y sufrida, malvada y brutal,
tan
inaceptable cuando era joven
y
ahora de anciano te debo aceptar.